jueves, 7 de abril de 2011

domingo, 13 de marzo de 2011

Sobre la vida y el terremoto en Japòn.

Demasiadas cosas vienen a la mente cuando me dicen la palabra terremoto, pero todo se resume a pies descalzos en la calle, mi polera de los Ramones y el sentimiento de no tener idea cuando termina todo. Porque antes del 27 de Febrero la palabra temblor me recordaba a aquel día de mi niñez cuando sentí mi primer temblor mientras veía Scooby-Doo el cachorro y estaba con mi hermano en pieza, lo único que hicimos fue arrancar al patio, a pies descalzos porque también era verano, y sentarnos bajo la gran higuera que antes había en mi casa, o la que es ahora mi antigua casa. Ahora la palabra temblor simplemente significa "Si se pone más fuerte, agarra las zapatillas (para alguna vez tener zapatos puestos) y sal a los estacionamientos", aunque para ser más honesta si me toca un temblor en donde estoy ahora pensaría que es acabo de mundo, porque aquí tienen otras catástrofes naturales.

Después del movimiento vienen los platos rotos, que en el caso chileno es saqueos y la lamentable sobre exposición mediática del Zafrada y tristemente en el caso japones, por lo que se puede leer, son miles de muertos y desafortunadas coincidencias con centrales nucleares que hacen por momentos que recordemos la segunda guerra mundial. Los terremotos como todas las situaciones de esa índole hacen que el ser humano saque lo peor y lo mejor que tiene y yo al menos no puedo evitar tener un nudo en la garganta al recordar lo que es no saber donde y como esta tu familia mientras las redes telefónicas dejan de funcionar, después mirar las noticias tanto por morbo y por deseos de saber que sucede y darte cuenta que la mitad de tu país esta en ruinas, mientras tu estas sentada en tu sillón en tu casa en la que no se cayeron más de 10 copas de vino... La culpabilidad es posterior, tanto porque no es tu culpa y también por que no la es de nadie, pero llega igual y comienzas a recolectar frazadas, y desempolvas y lavas toda aquella ropa que te regalan y que no usas, juntas las monedas que guardabas para hacer otras cosas y vas a dejar todo lo que encuentras de utilidad para se las den a alguien que las necesita más que tu.

En mi caso no fui a ayudar al sur a reconstruir nada, simplemente porque durante las primeras 3 semanas posteriores al terremoto no me podía hacer cargo ni de mi, menos podría ayudar a hacer aquella labor, pero de alguna u otra manera me encargue de hacer ciertas cosas que no va al caso decir aquí.